Hoy hablaremos del caftán, una prenda que me encanta y que suelo usar mucho; de hecho, tengo cuatro en mi armario.
Según la RAE, el caftán [del árage qafṭān o del turco kaftan, y estos del persa ẖaftān] es una vestimenta amplia y larga, sin cuello y con mangas anchas, usada especialmente en los países musulmanes.
En realidad, el caftán se utilizaba -y utiliza- en diversas regiones de todo el mundo: en Oriente Medio, en el Maghreb y Asia Central, en Persia (que engloba el actual Irán y otros estados), en el Imperio mogol bajo la dinastia fundada por Babur, en ciertos estados independientes de la actual Italia como la República de Venecia, en el Imperio omeya y el Imperio otomano.
Esta vestimenta tiene una serie de puntos en común: son largos y amplios, rectos o ligeramente cruzados, con mangas larga o semilargas (de tipo francés), sin cuello o capucha y abiertos en medio en toda su longitud (con o sin botones). Sin embargo, cada nación o pueblo que ha integrado el caftán en su vestimenta tradicional le ha dado su propio toque en lo que atañe al corte, el tejido, los colores, los bordados, los adornos y motivos. De ahí que haya caftanes persas, mogoles, venecianos, turcos, eslavos, marroquíes o argelinos.
La expansión geográfica del islam contribuyó a su difusión y su transformación a lo largo de los siglos, en función de los países y culturas donde arraigó. El mundo árabe-musulmán actual siempre ha estado atravesado por caravanas de comerciantes que transportaban productos entre regiones, y la peregrinación a La Meca, ciudad que antes de la llegada del islam ya era una nudo comercial, intensificó aún más los encuentros y los intercambios entre los pueblos procedentes de Asia, Oriente, África o Europa. Por otra parte, la islamización no implica que todos los pueblos convertidos al islam adoptaran el caftán de manera oficial: algunos pueblos o etnias beréberes conservaron sus vestimenta tradicional.
Inicialmente, el caftán era una vestimenta solo para hombre, pero según algunos historiadores pasó a ser utilizado por las mujeres gracias al músico del siglo VIII Abu l-Hasan Ali ibn Nafi`, conocido como Zyriab (mirlo) debido a su tez extremadamente oscura, la claridad de su voz y su carácter dulce (Enciclopedia del Islam). Según las crónicas, este músico, creador del primer conservatorio de música del mundo, prestaba mucha atención a su cuidado personal, le encantaba asombrar al público también a través de una cuidada selección de vestidos. Las mujeres, maravilladas por el estilo del cantante, empezaron a imitarlo y a adoptar el caftán como un vestido elegante apto también para las formas femeninas.
Poco a poco, las antiguas naciones productoras de caftanes los abandonaron en favor de otras prendas de moda, a menudo las de la potencia cultural dominante. Sin embargo, los caftanes heredados de los andaluces asentados en el Magreb perduran en esta región. La labor de promoción de revistas, sobre todo marroquíes como Femmes du Maroc, así como la organización de desfiles de moda anuales, entre ellos el «Caftan Fashion Show», permiten que el arte del caftán siga desarrollándose y expandiéndose.
En el Imperio otomano, los caftanes que llevaban los sultanes constituyen una de las principales colecciones del Palacio Topkapi de Estambul. Algunos de ellos, sumamente valiosos, se empleaban como recompensa por los servicios prestados por los notables más importantes y los generales victoriosos con motivo de las fiestas religiosas.
Los caftanes otomanos suelen llevar bordados en la parte delantera y en las mangas. Existe una estricta codificación, en algunos aspectos similar a la heráldica, de las decoraciones, motivos, cintas y colores que corresponden al rango del portador. En el siglo XIV, los motivos son extensos y los colores sobrios, pero estas características evolucionaron hasta hacerse más finas y brillantes. El arte de los caftanes alcanzó su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XVII con el tipo de tejido Selimiye, con anchas bandas verticales y elaborados bordados.
Los tejidos se producían principalmente en Estambul y Bursa cuando no se importaban de Venecia, Génova, Persia, India o China. Cada tejido tiene propiedades particulares y un nombre diferente: terciopelo, tafetán, pero también bürümcük, aba, canfes, gatma, gezi, diba, kutnu, kemha, seraser, serenk, zerbaft y muchos otros. Algunos colores se utilizan más que otros, como el azul chino, el rojo turco, el morado, el pişmis aya, el membrillo cocido o el amarillo azafrán.
Cuando Mustafa Kemal Atatürk, el padre de la Turquía moderna, derrocó al sultán otomano en 1922, quiso romper radicalmente con un poder que consideraba arcaico y decadente. Su deseo de romper con el pasado y modernizarse se reflejó también en la prohibición de las prendas otomanas, como el caftán o el fez, en favor de la vestimenta occidental.
Durante varios siglos, casi todos los países árabes, salvo Marruecos y parte de la Península Arábiga (especialmente Omán), fueron territorios que estuvieron bajo el dominio del Imperio otomano. La progresiva marcha de los andaluces al Magreb, incluidas las actuales Argelia y Túnez, trajo consigo caftanes moriscos que, sin embargo, no sufrieron la misma evolución e influencia que en Marruecos.
En efecto, a excepción de los dignatarios turcos y de algunos notables argelinos o tunecinos que participan en la administración de la ciudad, la inmensa mayoría de los hombres no llevan caftán; la vestimenta masculina consiste en una camisa, un chaleco, un fez, unos pantalones anchos (serouel) rodeados en la cintura por un trozo de tela que sirve de bolsillo llamado foutah. A finales del siglo XIX y principios del XX, con el inicio de la colonización europea, las élites masculinas adoptaron el traje europeo con el fez.
En Marruecos, el caftán está muy arraigado en los hábitos de vestir del país. Apareció en el siglo XIII, durante el sultanato benimerín, cuando lo llevaba la realeza marroquí. El caftán marroquí no se parece en nada a los que se llevaban en Persia y en el Imperio otomano. Y ha evolucionado hasta el punto de que, tradicionalmente, cada ciudad del reino tiene su propio estilo de caftán y sus bordados.
Podemos contar a grandes rasgos con cuatro regiones que corresponden a cuatro estilos: el chameli (Tetuán), el fasi (Fez), el mequinez (Mequinez) y el rabatí (Rabat).
En cuanto al corte, existen principalmente dos modelos: el de Fez, largo y recto, y el de Tetuán, tradicionalmente corto y amplio.
Hablemos de la especificidad de los caftanes marroquíes.
La ciudad de Fez ha sido, por sí sola, el origen de muchos estilos de caftanes y de los bordados que los adornan. Como el caftán n’taa, un caftán de seda, terciopelo o brocado que está decorado con motivos decorativos muy diversos realizados con hilo de oro (tarz ntaa). Este caftán puede utilizarse como pieza principal de la lebsa lfasiya, una imponente vestimenta nupcial típica de Fez.
En Tetuán, el caftán tradicional es más corto que en el resto de Marruecos. Generalmente es de terciopelo o seda y tiene la particularidad de tener ojales a ambos lados (a la altura de los hombros) lo que permite resaltar el chaleco que va encima. En cuanto a sus bordados, estos, al igual que los de Chauen, son heredados directamente de los nazaríes de Granada y de los mudéjares. Así, el tarz tetouani o taajira se realiza sobre un tejido noble y precioso teñido en tonos claros o brillantes (amarillo dorado, verde botella, púrpura), con decoraciones florales de formas piramidales.
Otra herencia andaluza es el keswa el kbira (el vestido grande) también llamado ropa de pagno en Tetuán. Este caftán, un traje ceremonial para las ceremonias nupciales, forma parte de la dote de las novias judías del norte de Marruecos y se dice que tiene su origen en Andalucía en el siglo XV. Consta de un corpiño y una falda, ambos de terciopelo bordado en oro, un cinturón, mangas de seda fijadas bajo el corpiño y una corona engastada con piedras preciosas.
El caftán de Rabat se llama touqida y se caracteriza por sus mangas estrechas y su corte ceñido al cuerpo. En la vecina Salé predominan los bordados Tarz Lem’allem.
Es importante señalar que hoy en día, en Marruecos, el término «caftán» se utiliza comúnmente para significar «caftán de una sola pieza». En otra entrada del blog hablaremos de la versión alternativa de dos piezas del caftán marroquí llamado taksheta, que se lleva con un gran cinturón (mdamma) ricamente trabajado, de tela o metal (plata u oro).
En Argelia, el caftán fue introducido por la vía de Oriente durante el apogeo del Imperio otomano en el año 1515. Hay quienes defienden que el caftán es originario de este país, y de aquí pasó a Marruecos.
En Tremecén, la vestimenta tradicional (echedda) está cubierta por un caftán. Antes, los caftanes eran anchos, y sus mangas también. El caftán de Tremecén llamado caftán a’sder, procedente de Andalucía, es un caftán corto que llega a las rodillas o un poco por debajo de ellas. Este tipo de caftán ha desaparecido en la mayoría de las grandes ciudades, pero todavía se lleva mucho en esta ciudad argelina.
En Argel, entre los siglos XIV y XVII, el traje urbano de la ciudad sufrió transformaciones a raíz de la llegada de varias familias musulmanas y judías expulsadas de España, lo que dio lugar a nuevas técnicas de tejido, cortes de ropa y bordados en hilo de oro y seda, una forma de arte que nació en Argel durante los tres siglos de ocupación otomana, aunque se atestigua a partir del siglo XIV. El caftán argelino deriva de una antigua prenda llamada ghelila que, en el siglo XIX, dio lugar al karakou, una prenda más refinada y compleja de confeccionar. Solo algunas mujeres nativas casadas con otomanos ricos y mujeres turcas llevaban un caftán decorado con bordados de hilo de oro o plata durante la estación fría; durante el invierno, llevaban un chaleco (jaleco) sobre la ghelila, una especie de chaqueta larga y ancha con mangas lo suficientemente anchas como para mostrar las mangas de la camisa.
Además, parece que el poder más o menos importante de los beys otomanos, a la cabeza del poder regional en nombre del sultán de Estambul, explica en parte las diferencias y similitudes en la vestimenta entre los distintos territorios, prevaleciendo en las regiones donde su influencia era fuerte (Tremecén, Argel, Constantina o Túnez).
En Europa oriental y en el oeste de Asia septentrional, la palabra caftán (кафтан en ruso) se utiliza para referirse a otro tipo de ropa, un traje de hombre largo y muy ancho, pero de mangas ajustadas. En el siglo XIX, los caftanes eran, con diferencia, la prenda de abrigo más habitual para comerciantes y campesinos. En la actualidad, la secta ortodoxa de los Viejos Creyentes, muy conservadora, los lleva como símbolo religioso. También se lleva con una kosovorotka [un tipo de camisa masculina, asimétrica y con abotonadura lateral] bajo la prenda.
Durante la política de reformas querida por el zar Pedro I y destinada a occidentalizar el país, este impulsó el uso del traje occidental en detrimento del caftán. Así, las órdenes del zar obligaban a los que podían permitírselo a comprar un traje francés, húngaro o alemán. El propio zar explicaba que «con las mangas anchas, siempre ocurren desgracias: a veces se empapan de sopa o rompen los vasos».
En Túnez, el término, aunque conocido, ya no se utiliza porque esta túnica la llevaban principalmente los otomanos antes de la emancipación del país.
En Occidente, en los años 50, Christian Dior propone un caftán de satén de seda negro. En los años 60, Yves Saint Laurent lo diseñó con un cinturón. La actriz estadounidense Liz Taylor llevó un caftán blanco y verde durante su segundo matrimonio con Richard Burton. Hoy en día, diseñadores orientales como Zuhair Murad o Naeem Khan utilizan esta prenda en sus colecciones, pero también algunas casas occidentales como Etro, Pucci o Marchesa lo utilizan como reminiscencia de los años 70 o queriendo llegar al mercado del mundo árabe.
Por desgracia, hoy en día es una prenda que se asocia al verano y a la playa, cuando en realidad es una prenda muy versátil que se puede utilizar también en invierno, o para cualquier ocasión.
¡Hasta la próxima entrada!
Elena F. Serrano
2 comentarios en «Un breve acercamiento a la historia del caftán»
Muy interesante, gracias por estos artículos.
Gracias Ana, me alegra que te resulten interesantes, si tienes alguna sugerencia, será bienvenida!